En busca de...

Este es un espacio que tiene como único objetivo abrir el debate para dar paso a la reflexion. En él, queridos amigos/as, se encontraran con acontecimientos, situaciones y, por sobre todas las cosas, reflexiones sobre la vida misma. Cualquier coincidencia y/o similitud que encuentren con la realidad fue intencionalmente buscada.
El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad...

Sin más que agregar, saluda atte.


RFXO.



martes, 26 de julio de 2011

Una competencia sin límites

ste mis queridos amigos es un mundo sumamente competitivo. Sí, así de fea está la cosa. ¡Todos compitieron, compiten y van a competir por todo!
Desde el primer organismo unicelular que hizo su aparición en la tierra, hasta los animales más complejos y evolucionados (con perdón de la palabra) han competido para ver quién degusta el más jugoso y sabroso bocado, quién se queda con la mejor hembra de la manada, y quién ocupa el más acogedor de los refugios. Y nosotros- huildes homo sapiens- no teniendo mejor modelo a seguir, desde que el tiempo es tiempo, el hombre es hombre y la mujer es mujer, nos dedicamos concienzudamente a repetir esa conducta animal primitiva que todavía hoy, tras millones de años de evolución (pido nuevamete disculpas) sigue siendo la mano firme que con suaves golpes de timón va marcando el rumbo de la conducta de todos nosotros. ¿No me creen? Presten atención.
Ya siendo niños se compite para ver quién tiene mejor puntería a la bolita o cual tiene las muñecas más lindas y mejor peinadas. Ya más creciditos/ as la competencia se centra en quién la/s tiene más grande/s. Más grandes aún, la competencia se centra en quién la/s usa más y mejor. Finalmente, ya siendo adultos, la fijación se traslada del cuerpo al éxito... y en esta suciedad capitalista que nos tocó (¿¿o nos dejaron??) en suerte, el éxito tiene un solo significado: guita. Fijense cómo de celebrar públicamente y envidiar privadamente al amigo que porta un exsesivo peso entre sus extremidades inferiores, se pasa a celebrar y celar a aquel que posee la billetera más abultada en su bolsillo.
Aquel que posee hoy es medida de lo demás. Cuando está presente adorado, celebrado y alabado cual si fuera un dios que logró la separación de las aguas que lo alejaban del éxito. Ahora bien, el modo en que separó esas aguas y transitó ese camino nadie lo va a cuestionar. Ni siquiera se le va a hacer la más mínima pregunta acerca del cómo, ya que lo importante siempre fué, es y será el fin, nunca los medios.
Pudo ser un dictador en Bongwutsi, un cura con puesto jerarquico en la Santa Iglesia Católica o el jefe de la policía de algún país sudaca, que a ninguno de los bufones de su corte les va a importar en tanto y en cuanto logren alguna migaja de su mesa... mucho menos le importa a él. Este tipo, el exitoso, es el pastor que guia el rumbo del rebaño entre los valles del capital. Los hace engordar para luego darse un festín con ellos. Inexplicablemente una minoría del rebaño es consciente de su situación... saben que no son más que carne de cañón, pero así y todo agachan la cucuza y le dan para delante, ya que con mucha suerte y pocos escrúpulos, alguno, al menos uno, va a llegar a ser aquel que pone la medida de lo demás.
Va a ser el dichoso envidiado... aquel que compitió y ganó. El que va a engordar y devorar a aquellos que quedaron varados entre los obstáculos desparramados en el camino hacia el éxito. Aquellos, cuya lista él había engrosado previamente, no les queda más que agacharse a recoger las migas que ahora él tira desde su mesa solo por el placer de verlos competir por sus sobras. El compitió... compitió y ganó. Quizás de chico no la tuvo más grande que el resto, y por ahí tampoco la usaba mejor, ni ganaba a las bolitas, pero el éxito económico compensará la falta de destreza y las falencias de una anatomía poco generosa.
Y así, sin más esfuerzo que extender su mano y tomarlo todo, este tipo, esta clase de tipos, se procuraran para sí mismos la mejor hembra, el bocado más rico, y la cama más cómoda.. Pues este es un mundo sumamente competitivo, donde la guita es éxito y el éxito medida de lo demás. Donde los demás son exprimidos hasta la última gota, y sus restos escupidos y amontonados en el rincón más lejano y oscuro, para que solo unos pocos desafortunados tengan la desagradable experiencia de verlos abandonados y derrotados tras una competencia que no conoce de límites.