En busca de...

Este es un espacio que tiene como único objetivo abrir el debate para dar paso a la reflexion. En él, queridos amigos/as, se encontraran con acontecimientos, situaciones y, por sobre todas las cosas, reflexiones sobre la vida misma. Cualquier coincidencia y/o similitud que encuentren con la realidad fue intencionalmente buscada.
El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad...

Sin más que agregar, saluda atte.


RFXO.



martes, 27 de diciembre de 2011

Esos tipos.

Hay sujetos que se pasan la vida esperando... ¿Qué cosas esperan? ¡Pues todo! No son más que unos eternos náufragos a la espera de que el océano de sus vidas les traiga algo para salir de la real isla que los apresa. Serán por ello, siempre expectantes, nunca participantes. Eso no es nada, lo peor de todo es que esos personajes, durante la laaaaarga espera en que la vida les tire un hueso que roer, no hacen más que patalear y quejarse. En eso van mal gastando sus horas cuando por fín les llega el ansiado hueso del cual van a chupar hasta el tuétano, pero inconformes por naturaleza, no se contentan con él y se sientan nuevamente a la espera de mejores y más sabrosos cortes. La vida entera les huye de sus cuerpos marchitos... en la espera de lo que nunca van a procurarse.

Por suerte, existen otros tipos que no saben esperar. Que toman de la vida lo que ellos creen son justos merecedores. Arremeten contra ella cual si fuera una mujer desnuda en su lecho. Son sus mejores y verdaderos amantes. Digo por suerte, porque son ellos los que en tiempos de tornados y terremotos los que clandestina o abiertamente reclaman lo que por derecho les corresponde. Son los que nunca callan, los que jamas van a quitarle la buena cara al mal tienpo, porque saben muy en el fondo que todo se puede en esta vida... solo hace falta proponérselo. Y guay con decirles que no a cualquier cosa que deseen, porque en ese momento se pueden llegar a ganar acérrimos - pero dignísimos- enemigos. 

Si bien es un gran privilegio que sujetos de esta naturaleza existan, lamentablemente vienen en frasco chico, y justamente por ello debemos estar atentos a su aparición. Difícilmente los veamos surgir de entre el rebaño, elevandose  como colosos, dispuestos a llevarnos con ellos o a arrasarnos con la misma facilidad. No debemos titubear, no hay que dejar lugar a dudas. O los seguimos en su ritmo vertiginoso y revolucionario-, aceptando las consecuencias que dicho contrato pueda acarrear sobre nosotros- o nos quedamos del otro lado. Y aquellos- que arremeten, arrasan, viven, aman y mueren- ante tanto titubeo y desersión, con el mayor de los sacrificios nos demuestran que no somos dignos de ellos, que no estamos a la altura de tan elevado desafío. A nosotros, ya del otro lado, no nos queda más que esperar, quejarnos y esperar, a que el océano de nuestras vidas nos traiga otro como él, que no supimos aprovechar...