En busca de...

Este es un espacio que tiene como único objetivo abrir el debate para dar paso a la reflexion. En él, queridos amigos/as, se encontraran con acontecimientos, situaciones y, por sobre todas las cosas, reflexiones sobre la vida misma. Cualquier coincidencia y/o similitud que encuentren con la realidad fue intencionalmente buscada.
El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad...

Sin más que agregar, saluda atte.


RFXO.



lunes, 9 de enero de 2012

El hippie.

El hippie mis queridos lectores, no es más que un personaje sumamente ambiguo, que agrega un poco de color a la sociedad a la cual tan desesperadamente intenta esquivar. En una mirada fugaz usted podrá ser confundido... llegará a pensar que son lo que aparentan. Es decir, individuos que rechazan plena, voluntaria y exitosamente el estilo de vida alienante del capital. Un estereotipo vendido por ellos y comprados por los otros - aquellos que no se autorrecocnocen como hippies- sin demasiada meditación a la hora de la transacción. 
Generalmente relacionados, sin lugar a  la más microscópica duda, con sustancias cuyos efectos los sitúa en un estado alterado de conciencia y con atuendos a rayas, lunares y/o colores vivos varios. Son percibidos por un 83 % de los individuos concientemente funcionales al sistema, como los enemigos mortales de los yuppies - nemesis social por excelencia- que van deslizandose por el tobogán de la vida sin mayores preocupaciones que el amor libre, el aprendizaje de una variada gama de artesanías - principal sustento y medio de vida- el interiorizarse en alguna cosmología de al menos una de las tres sociedades americanas precolombinas más conocidas y por trotar infinitamente por los más lejanos caminos del mundo. 
Ser hippie, tanto para hombres como para mujeres, es sentido y vivido por ellos de un modo muy sincero, real si se quiere... Las alteraciones no tardan en hacerse notar, pues gracias a ellas se separan del resto que los identifican como diferentes. Lo principal que uno puede observar son sus adornos corporales, pero hay que ver más allá de lo evidente para notar cambios en su modo de actuar, hablar y sentir. Entre las mujeres se pueden observar fervientes imitadoras de F. Khalo que se dejan el pelo del sobaco lo suficientemente largo como para que sea cortado con tijera de un modo grosero y hacer de ellos una linda brocha para afeitarse. Sus bigotes son lo suficientemente tupidos como para que sean confundidas con mexicanos. Esto, aparentemente así ocurre ya que ellas, así peluditas como las vemos, rompieron con el estereotipo femenino que las corrompe con ceras depilatorias y maquinitas de afeitar que esclavizan sus almas "libres" y hacen de sus cuerpos un suave y sedoso objeto de deseo. La repulsión a reprimir a los cabellos que en sus cuerpos crecen es compartida por ambos sexos, ya que en los varoncitos raro va a ser encontrar a un hippie con el pelito corto peinado raya al costado y una barba afeitada diariamente. 
Todo esto que les cuento, sumado a una actitud pseudo pacifista de paz y amor, por medio de la cual lo tuyo es mio y lo mio es tuyo, nos dá como equivalente la imagen que el hippie quiere proyectar de si mismo y que a lo otros les gusta mirar. Pero en este mundo loco en el que vivimos las minas que salen en la televisión no son tan lindas como se ven en la pantalla, las hamburguesas de los carteles nunca son tan grandes y jugosas y las tribus urbanas nunca son lo que aparentan... los hippies no son ninguna excepción a esta regla.
Lo que pasa es lo siguiente: el hippie de hoy en día no es el tipo contestatario que antaño llenaba calles y paralizaba ciudades enteras. No, todo lo contrario. Hoy por hoy, es uno de los engranajes que hace caminar a la maquinaria social. Es tan capitalista como Rockefeller o J.P. Morgan, y si bien no puede influir en la bolsa comercial de ningún país por razones obvias, los domingos en la feria es el empresario más feroz e inescrupuloso, un león suelto en un bosque de puestitos dispuesto a proveerse el trozo de morfi más grande. Sus productos en su mayoría son ofertados a precios exorbitantes y de manera tal que hace sentir a sus compradores que les estan haciendo un favor al permitirles llevarse obras de arte de semejante calibre a tan bajo precio.Los postulados de paz y amor, lo mio es tuyo y lo tuyo es mio se van al mismísimo joraca en el instante en que un hermano hippie se instala codo a codo junto a otro en la plaza que vende un producto relativamente similar. Ahí nomás arranca la bronca: "...que yo vengo a este lugar desde hace veinte años","... te digo que hables con fulanito que te  tiene que reubicar en otro puesto", "... además ahí tenes cosas compradas en el once y esta feria es artesanal". Así, uno ve resurgir triunfantes las mismas viejas tensiones propias del capital.
Dicho lo cual, señora no se alarme si su pimpollita se encama con un magnífico ejemplar del hippismo; o si su retoño decide deliberadamente colgar abogacía en su último año de carrera para dedicar sus horas al arte del tejido del hilo encerado; porque ellos, como les mencioné previamente, no son más que potenciales "ases del Club Paris" con un brillante futuro comercial entre sus manos. Ya se los dije más arriba: no hay nada de que asustarse, ya que solamente agregan un poco de color a la sociedad a la cual tan desesperadamente intentan esquivar.